A pocos meses de las elecciones generales, asistimos a la tradicional guerra de cifras de porcentajes de apoyo a uno u otro líder.
Según todas las encuestas más o menos maquilladas o influidas por quién las encarga, todo parece indicar que el líder del PSOE Rodríguez Zapatero, va en cabeza de la clasificación. Lo expreso así debido a que la carrera electoral cada vez se parece más a una liga de fútbol.
La mal llamada precampaña está poniendo sobre aviso a todos los ciudadanos sobre como va a ir la campaña de verdad, la que tiene un principio fijado por ley y un final también determinado por esa misma ley.
Mariano Rajoy, hace aguas. Esto parece medianamente claro. Los cuatro años de política de oposición que a llevado el PP, se han basado en poner todo el acento en el 11-M y las famosas tramas oscuras y en los asuntos del terrorismo, con la tan traída y llevada rendición de ZP a los terroristas de ETA y el “España se rompe”, filón que ha encontrado la derecha más rancia y reaccionaria con la discusión del nuevo Estatut de Catalunya. Luego hemos visto que las grietas de algunas calles y los socavones de las obras del AVE no eran una señal inequívoca de que se cumplían los malos augurios de la derecha. Todo ha continuado más o menos igual. Por último ha sido la Ley de la Memoria Histórica con la que han puesto la guinda al pastel.
Han sido cuatro años de estrategia de tensión, de mentira tras mentira, cuatro años en los que el gobierno y el partido que le apoya, han tenido que hacer de oposición al mismo tiempo que gobernaban; a esta esquizofrenia nos ha llevado el PP.
Han estado ausentes en los verdaderos asuntos de Estado. Han imposibilitado la renovación del Tribunal Constitucional, han preferido la bronca y el pataleo a asumir sus responsabilidades, adoptando la estrategia de cuanto peor mejor.
De nuevo la derecha con su candidato al frente, anuncian rebajas fiscales para todos. Otra vez más de lo mismo: Le quitamos con la mano derecha lo que le damos con la izquierda.
Los impuestos son necesarios mal nos pese. Ninguna política social se sostiene sin impuestos. Otra cosa bien diferente es que las tarifas se adecuen a las ganancias reales de cada individuo y que como no, paguen más los que más tienen.
La derecha siempre anuncia recortes de impuestos cuando quiere recuperar o hacerse con el poder, lo que no dice es que lo que deja de ingresar, va en detrimento de las prestaciones sociales: menos inversión en enseñanza, menos becas, menos infraestructuras, menos sanidad y menos mejoras de las exiguas pensiones.
Por último, debo manifestar mis temores en cuanto a participación se refiere. El hastío de la ciudadanía es palpable, estamos cansados de este vodevil barato en que se ha convertido la política. Los ciudadanos tienen la fundada sospecha de que cuentan más bien poco, que los problemas reales que les afectan, se la trae al pairo a los políticos y que solo quieren poder para medrar.
Los patinazos de la Ministra Álvarez en Catalunya y la prepotencia con la que se ha despachado no tienen parangón. La ausencia de tacto y saber hacer amén de lo mal que ha desarrollado el proyecto afectando a los trenes de cercanías, ha provocado una verdadera desafección de los ciudadanos con la política de proximidad.
No olvidemos a pesar de todo y de todos (me refiero a la clase política) quién es cada uno.
No hace falta recordar lo que supusieron para España dos mandatos del PP: Plan Hidrológico, Guerra de Irak, retroceso en políticas sociales y discriminación en cuanto a inversiones en Catalunya con la anuencia de los socios nacionalistas catalanes de CiU.
Hay que poner en la balanza ambas opciones y luego decidir, en el bien entendido que la abstención no soluciona los problemas, al contrario, pues queriendo castigar a los políticos, nos damos una patada en nuestro propio trasero