viernes, 20 de junio de 2008

EL CASTELL DE MONTJUÏC


El pasado fin de semana se ha celebrado en el castillo de Montjuïc una fiesta popular con fideuá incluida para unos cuantos miles de personas. Esta fiesta “popular” la organizó el Ayuntamiento de Barcelona para celebrar la devolución a la ciudad de este controvertido recinto.

Se le han atribuido demasiadas simbologías a este castillo que además de ser, según los expertos, una gran obra por sus cualidades arquitectónicas y estilo singulares.

Muchas veces intencionadamente o por desconocimiento voluntario de la historia, se dicen muchas barbaridades o se toma una parte de la historia como un todo.

He leído en un periódico un artículo del prestigioso historiador Gabriel Cardona que trata de lo que estoy intentando escribir. Cardona hace una reseña histórica del castillo de Montjuïc situando las cosas en su sitio.

El castillo de Montjuïc no fue construido por los borbones para asediar y bombardear Barcelona. Cuando nació Felipe V el castillo ya existía pues durante la Guerra dels Segadors, se utilizó para defender la ciudad de las tropas del marqués de Los Vélez. El castillo durante la guerra de Sucesión tenía guarnición austracista.

Señala también el historiador Cardona que la forma y estructura actual del castillo de Montjuïc se debe a la ampliación efectuada en 1751, cuando Felipe V ya llevaba muerto unos años. La obra se realizó bajo los reinados de Fernando VI y Carlos III.

Mucho se ha hablado de los bombardeos de Barcelona desde el castillo, como acto represivo fruto del odio hacia Cataluña.

Baldomero Espartero, general progresista, ordenó el bombardeo de la ciudad para vencer la rebeldía de quienes defendían posturas más radicales que las propias y lo habían aupado al poder. (2 de diciembre del 1842).

El general Prim que a su vez era diputado progresista por Barcelona, fue bastante más violento en su afán represor; el 7 de setiembre de 1843 el bombardeo ordenado por él, causó daños en 460 edificios de Barcelona, aplacando así las ansias levantiscas de los que querían ir un poco más lejos en su progresismo.

Al castillo de Montjuïc desde determinados sectores faltos de emociones fuertes, se le quiere otorgar un simbolismo que no tiene. Se pretende levantar el estandarte de Montjuïc como símbolo de la represión franquista y de la dominación secular española sobre Cataluña. Hay que reconocer que la situación geográfica del castillo favorece la credibilidad de estos delirios.

Durante la República, según el artículo de Cardona, se fusilaron a 37 militares y 21 civiles y el recinto fue utilizado como prisión.

Al finalizar la guerra civil en 1939, allí mismo se fusiló al general Escobar y unos cuantos oficiales de la Guardia Civil. El fusilamiento en uno de los fosos del President Companys sin duda, pone de relieve el afán vengativo de Franco, que eligió el castillo de Montjuïc por su situación, que permite ser divisado desde cualquier punto de Barcelona.

El franquismo hubiera podido fusilar a Companys en otro lugar de Barcelona, pero el impacto no habría sido el mismo.

La memoria popular recuerda muy claramente que el grueso de los fusilamientos tuvo lugar en el fatídico Campo de la Bota y que el principal centro de reclusión era la cárcel Modelo, siendo de menor entidad en cuanto a número de presos el Palacio de las Misiones, habilitado para tal fin. Los presos del castillo siempre fueron muy inferiores al de los demás centros de reclusión citados.

La reivindicación de la llamada Memoria Histórica debería servir para situar a cada uno en su sitio, a no alterar ni poner más énfasis en determinados hechos derivados de la Guerra Civil, no hacerlo así, se desvirtúa la reivindicación legítima de la ciudadanía. Otorgar desde posiciones nacionalistas una importancia que el castillo de Montjuïc no tiene, es , además de faltar a la verdad histórica una manipulación vergonzante que algún día acabará por pasar factura.

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