miércoles, 21 de julio de 2010

EL SUFLÉ QUE NO BAJA






Estamos a mediados de julio, en plena canícula con los mismos problemas que antes de que llegaran estos calores, sin embargo, el suflé del Estatut no se deshincha, no cae ni a la de tres.

Quizá tenía Zapatero la ilusión de que con los calores nos olvidaríamos del Estatut, del Tribunal Constitucional y de la mala leche que la sentencia ha creado en la sociedad catalana.
No ha sido así, el agravio, el recochineo y las ganas de enrarecer el ambiente más de lo que ya estaba por parte de la caverna mediática de Madrid y la derecha extrema, han calado en el tuétano de la sociedad civil catalana y parece que también el la clase política que nos representa.

Ante la situación creada por la sentencia y la reacción multitudinaria de la sociedad civil que tomó las calles de Barcelona el 10 de julio, cabe preguntarse cómo van a solucionar esta papeleta. Lo cierto es que nada es igual después de la manifestación del día 10 y el núcleo duro del poder debería tomar buena nota de ello si no quiere seguir generando independentistas y agraviados de distinto signo con derecho a voto.

El panorama político catalán con unas elecciones a la vuelta de la esquina, está más embrollado que nunca: Los diputados socialistas catalanes votan en el Congreso en contra de una resolución que han votado afirmativamente sus homólogos en el Parlament, ¿Esto qué es? A la ciudadanía se le hace bien difícil entender estas situaciones y alguien debería hacer un esfuerzo de pedagogía y explicarlo bien si es que puede.

Las en cuestas señalan a CiU como ganador absoluto en estas elecciones de otoño, no sé si estos datos son fiables ni cuándo se hizo la encuesta, pero lo cierto es que el Govern de progrés no goza de un nivel de aceptación elevado, tampoco sé si los miembros que han integrado este tripartito se sienten con fuerzas suficientes como para volver a proponer una forma de gobierno parecida.

Algo me da en la nariz de que se puede estar preparando una fórmula que se conoce con el nombre de socio-vergencia, es decir, un gobierno de coalición entre nacionalistas y socialistas. No descartemos esta posibilidad aunque todavía queda partido que jugar y CiU está muy pringada por el escándalo Millet y el desvío de fondos del Palau a las arcas de ese partido. Quizá coaligarse con los socialistas sería una forma de capear el temporal desde el poder llevando a cabo aquella vieja fórmula denominada intercambio de cromos.

Los socialistas tendrían que estudiar muy en serio si les vale la pena conservar cuotas elevadas de poder a cambio de meterse en la cama con CiU. Montilla me decepcionaría más de lo que ya me ha decepcionado que no es poco.

Ciertamente, el PSC-PSOE es un partido bien raro y del que nunca seré miembro. Había quien decía que con la marcha de Maragall, se había acabado la era de los socialistas del Paseo de Gracia hacia arriba y que había llegado la hora de los dirigentes sin pedigrí catalán tipo Montilla. Me alegro de que esta generación de no nacidos en Catalunya ocupe cargos de responsabilidad en la política y en los partidos, esto debe ser así en una sociedad que se reclama plural e integradora como la catalana. Lo que sucede sin embargo, según mi modesto entender, es que ha habido un pacto entre el sector Sant Gervasi y el otro sector que se mueve en un área geográfica más difusa que vive y trabaja en el Baix Llobregat.

Este área del Baix Llobregat ha dado excelentes alcaldes para la democracia y algún que otro pésimo Ministro de Trabajo como es el caso del exalcalde de l’Hospitalet.

Hay que señalar también que esta área integra el grupo más numeroso de militantes socialistas en Catalunya y que sin duda son el grupo más proclive al PSOE. Tenemos dos partidos en uno y este fenómeno hay que entenderlo para comprender muchas de las decisiones que toma el PSC-PSOE en este país tan variopinto que es Catalunya.

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