Los resultados de las elecciones celebradas el domingo
día 20 de noviembre han dejado descabalgados de la política retribuida a un
numeroso grupo de bustos votantes medio autistas que solo y únicamente iban al
Congreso de los Diputados a votar y poca cosa más. Con esta afirmación no
quiero decir que las elecciones hayan propiciado una limpieza de parásitos, no,
al contrario, las elecciones han sido el motor de un cambio de nombres. Se van
unos para que otros ocupen su sitio. No pensemos que ha dado comienzo una etapa
de regeneración democrática, todo lo contrario.
Más allá del merecido descalabro socialista, nunca un
triunfo había sido tan fácil de alcanzar y el silencio en cuanto al programa,
un arma tan convincente para arrasar en las urnas. Sí, se veía venir, claro
pero lo que comienza mal difícilmente se enmienda. Proclamar la desaceleración
económica cuando lo que hay es una tormenta especulativa que hace temblar los
cimientos de la economía requiere un cuajo impresionante o una
irresponsabilidad sin parangón, ver brotes verdes cuando lo que haya nuestro
alrededor es una legión de personas de carne y hueso que son desahuciados de
sus viviendas, aumento del paro, gentes hurgando en los cubos de la basura
cuando los comercios cierran sus puertas y un largo etc. de penalidades que no
hacen más que reflejar una realidad bien diferente a la que veía ZP en sus
delirios.
No seré yo quien llore por el resultado socialista, en
todo caso me lamentaré por las políticas que no han hecho más que asomar por Cataluña
y que se van a generalizar en el resto del territorio. Estas políticas en buena
medida empezaron de la mano del PSOE que rebajó el sueldo a los funcionarios,
puso en marcha una regresiva reforma laboral que ha contribuido a destruir
empleo y ha reformado esa joya para algunos intocable por sacrosanta que es la
Constitución, todo ello al dictado de
los mercados o de la gran banca, -dígase Botín por nombrar a uno-. Todo ello
sin sonrojo, sin despeinarse y con un aplomo que roza lo sobrenatural.
Lo de Cataluña sí es grave y difícil de digerir por la
trascendencia que tiene. Resulta que cuanto más duro sea el “Govern dels
millors” (gobiernos de los mejores, aunque la vicepresidenta Joana Ortega
falsificara su currículum declarándose psicóloga cuando le faltaba un curso
para terminar dicha carrera), más apoyo tiene. Resultará que hacer recortes en
la sanidad, cerrando quirófanos, camas, consultas externas etc. es un signo
inequívoco de determinación y buen gobierno y que por lo tanto aunque nos
muramos esperando la ambulancia o una operación, debemos premiar la firme
determinación de quitar a quienes menos tienen. De ahora en adelante una
estampa de la Virgen de Montserrat en la cabecera de nuestra cama velará por
nuestra salud física y espiritual, substituyendo unos derechos duramente
batallados para ser conseguidos.
Creo que los profesionales sanitarios que llevan
manifestándose desde hace meses, han equivocado su estrategia, deberían apoyar
los recortes de prestaciones, abonar la postura del Conseller Ruiz y jalear su
salvaje actitud neoliberal frente a un derecho como la asistencia sanitaria de
calidad. Así no recortaría derechos laborales, no despediría interinos y tampoco metería mano en los
complementos ni a la paga de navidad.
Si esto es lo que los ciudadanos quieren, ahí lo tienen,
pero yo no volveré jamás a manifestarme por los derechos de alguien que no los
tiene en alta estima y sienta la necesidad de salvaguardar. No se puede tener
la teta y la cuchara en la boca a la vez, hay que elegir y elegir comporta
asumir el riesgo de equivocarse. Lo que no puede ser es que nos equivoquemos
conscientemente y después le echemos la culpa a otros de las consecuencias de
nuestros errores.
Para ir acabando quiero resaltar en aumento experimentado
por la fuerza ICV-EU que encabeza el ex sindicalista y ahora profesor de ESADE
Joan Coscubiela. Esta formación en Cataluña ha obtenido tres diputados que se
sumaran al grupo de Izquierda Unida, en el que estará Gaspar Llamazares, lo
cual es una garantía de buen hacer, sensatez y freno a veleidades del tipo
Cumbayá a las que son tan proclives muchos dirigentes de ICV.
Quiero resaltar por segunda vez el rotundo fracaso del
PSC-PSOE del que lamentablemente tardará en recuperarse en el caso de que lo
haga. Esta situación en las filas del PSC-PSOE quizá hace ver espejismos a
algunos dirigentes a la izquierda de esa formación, que ven en su derrota la
posibilidad de combatir la propia anemia sistémica. Este análisis es un error.
Los avances que se producen con voto fluctuante o prestado fruto del despecho,
son efímeros y en nada contribuyen a reforzar la arquitectura ideológica
propia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario