El Ministro de Sanidad Bernat Soria ha puesto el dedo en la llaga al hablar de la falta de médicos en España. Sin embargo, sólo ha hablado de los médicos, que si bien son una pieza fundamental del sistema sanitario, las enfermeras no la son menos y se las ha dejado en el tintero; quiero suponer que ha sido un lapsus.
El número de profesionales sanitarios que entrarán en el periodo de jubilación, dentro de pocos años, serán legión y el hueco que dejarán en sus puestos de trabajo se va a notar y no poco precisamente. Me refiero a la cantidad de profesionales y cómo no a la calidad de sus saberes.
¿A qué se debe esta falta de profesionales? Las causas son multidisciplinares y hay que buscarlas en primer lugar en la falta de comunicación existente el formador y el contratador. El contratador debe prever cuántos profesionales va a necesitar en un periodo concreto de tiempo y el formador (universidad y escuelas) debe ponerse manos a la obra para satisfacer estas necesidades.
Dijo el ministro quejosamente que para acceder a la carrera de medicina se exige haber conseguido una nota muy alta en la selectividad, y mientras tanto, estamos convalidando títulos de profesionales de otros países a un ritmo de 3.500 al año.
Yo le diría al ministro que menos quejarse y más arremangarse para poner solución a las trabas que dificultan el acceso a las facultades de medicina.
¿Acaso no se habla con el ministro que entiende de este asunto universitario? ¿Es tímido el señor ministro?
Detrás de estas afirmaciones del titular de sanidad hay un grave problema. Durante muchos años se ha mantenido el numerus clausus en medicina por la vía de cerrar la mano y frenar el acceso. Esto ha llevado a mantener una estructura formativa y docente limitada en todos los aspectos, lo que hace bastante difícil cambiar la tendencia y dejar que de la noche a la mañana se llenen las facultades de jóvenes deseosos de ser médicos cuando sean mayores. Esto desbordaría las capacidades docentes y supondría bajar el nivel de forma considerable.
El periodo formativo de un médico dura 10 años; este periodo comprende los seis años de carrera más cuatro de especialidad. Este periodo no es precisamente corto, pero tampoco es largo si se toma en consideración la cantidad de conocimientos y prácticas que el futuro profesional debe acumular para ejercer la profesión con soltura.
Otro problema importante es el de las especialidades. En el sistema sanitario faltan pediatras y anestesistas y seguramente hay excedente de profesionales de otras especialidades. Esto obedece a la falta de coordinación que he señalado al principio. No se puede asignar un número de plazas de MIR a boleo sin elaborar un plan a medio y largo plazo que contemple las necesidades reales de cada especialidad.
Mención especial merece referir el éxodo de profesionales a otros países de nuestro entorno que, agotados de buscar estabilidad en el empleo y una retribución digna, han optado por marcharse a otros países, donde han encontrado lo que se les hace difícil encontrar aquí. Este capítulo que se refiere a la diáspora de profesionales, es válido tanto para médicos cómo para enfermeras.
Especial atención merece la repercusión en el sistema de salud de los cambios sociales, la inmigración y el envejecimiento de la población por un aumento de expectativa de vida constatado en los últimos años, que comporta patologías que requieren tratamiento especializado y que hasta hace poco, no tenían casi repercusión en el sistema público de salud.
La solución a estos problemas es multidisciplinar y requiere transformaciones y reformas en profundidad que proporcionen soluciones adecuadas a problemas reales, contemplando la inversión en conocimiento, investigación y formación, ensanchando la miope perspectiva que ha regido en España tradicionalmente para estos asuntos. No en vano alguien dijo “que inventen ellos”.
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