Los principales rotativos se han conjurado contra el movimiento del 15-M también conocido por los “indignados”, lo que hasta hace poco era un matizado apoyo o comprensión por parte de algunos, se ha convertido de la noche a la mañana en un feroz ataque a este movimiento. La excusa que les ha venido al dedillo ha sido el inmenso guirigay que se montó en los alrededores del Parlament el pasado día 15 de junio y sobre el cual alguien con mando en plaza debería dar fundamentadas y creíbles explicaciones. No me creo que un grupo de exaltados violentos puedan poner en jaque a la policía y a sus servicios de información en ridículo. No me creo que los individuos agrupados en una entrada con el pinganillo en la oreja y la cara medio tapada fueran actores secundarios en esa tragicomedia. En cualquier caso sospecho que hay responsabilidad del máximo responsable de Interior en el bochornoso episodio del día 15 de junio por no decir que aquello fue una concatenación de omisiones más o menos queridas y deseadas para que ocurriera algo importante y lamentable que fácilmente se pudiera imputar al movimiento de los indignados. Sigo diciendo que es muy sospechoso que los diputados que salieron peor parados hubieran tenido en los gobiernos anteriores altas responsabilidades sobre el cuerpo de los Mossos d’Esquadra, me refiero a la exconsellera Montserrat Tura (PSC) y al exdirector general Joan Boada (ICV-verds), lo siento pero en lo que es un reparto de bofetadas e insultos con el aditamento de sprays de colores varios, no creo en las casualidades ni en el azar.
Y en eso llega la ínclita Pilar Rahola que desde la Vanguardia se despacha pidiendo casi la cabeza de Arcadi Oliveras, ese profesor universitario que se ha caracterizado por estar siempre presente y activo en los movimientos populares contra la globalización injusta, la pobreza y cualquier otra causa justa.
Pilar Rahola se despacha a gusto con este hombre del que podría aprender muchas cosas, entre ellas educación y humildad. Dice también que Oliveres está más o menos colgado de las revoluciones inconclusas o algo parecido.
Vayamos por partes, la catadura moral de esa señora (por llamarle de alguna manera) queda al descubierto al lanzarse a la yugular de alguien que no se caracteriza precisamente por polemizar con plumillas como Rahola.
Las palabras de Rahola son el resultado de un liviano ejercicio de cinismo redoblado que ignora deliberadamente los motivos por los cuales las calles y plazas de todas España se han llenado de gentes que no hacen más que denunciar y expresar una situación injusta para la inmensa mayoría de los ciudadanos y ciudadanas.
Habla de violencia y vulneración fragante de las leyes ¿violencia? ¿La violencia contra quienes? Me pregunto si tener secuestrado por los dos partidos mayoritarios el papel fundamental del Tribunal Constitucional no es un acto de violencia suprema, me pregunto si un desahucio no es un acto de suprema violencia aunque se lleve a cabo con la ley en la mano, me pregunto si un sueldo de 600 euros para un licenciado, sin horario, sin derechos, sin seguridad social no es un acto de suprema violencia.
Sigo haciéndome preguntas sobre lo que es justo o está dentro de la ley, una ley que aunque democrática, por emanar de un Parlamento soberano, puede ser tan injusta como la que dicta cualquier plutócrata y cabe por tanto el derecho a resistir y oponerse a ella con todos los medios democráticos y hasta donde yo sé, manifestarse y decir basta es un derecho democrático.
Señora Rahola: Ande, dúchese que estará más fresquita, olerá mejor y perderá un poco de caspa.
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