domingo, 19 de octubre de 2008

LA SANIDAD EN MADRID

La sanidad de la Comunidad de Madrid anda revuelta y no por capricho reivindicativo.
Por aquellos lares capitaneados por Esperanza Aguirre soplan malos aires para todo lo público.

La sanidad es un uno de los principales elementos que conforman el estado del bienestar y en nuestro país, en el que todavía hay muchos flecos que solucionar en esta materia, vemos que la Presidenta de la Comunidad madrileña en pleno éxtasis liberalizador, ha puesto en pié al colectivo sanitario en defensa del sistema público de salud que se ve seriamente amenazado por la infame política neoliberal que ejerce con mano de hierro el PP en la Comunidad de Madrid.

¿Qué ocurre en Madrid? Desde la presidencia de la comunidad se ha llevado desde hace tiempo una política de desprestigio y descrédito tanto de los profesionales como del sistema público para justificar el traspaso de la gestión de los hospitales y centros de salud a empresas privadas.

Recordemos las denuncias inducidas contra los profesionales del Hospital Severo Ochoa, que se saldó con ceses, movilizaciones y con una investigación que acabó dando la razón a quien la tenía: el colectivo sanitario.

La privatización de la sanidad resulta ser un negocio muy lucrativo para las empresas que se dedican a ello. Estas empresas integradas por un pool empresarial en el que la construcción tiene un papel destacado, construyen un hospital, lo dotan de todo el material necesario para iniciar la actividad, contratan al personal de oficio y administrativo quedando el personal médico y de enfermería a cargo de la Consejería de salud. (Se trata de personal estatuario en su mayor parte).

Por el uso de las instalaciones y la prestación de servicios sanitarios, la Comunidad de Madrid paga a estas empresas un alquiler mensual y una cantidad por usuario.

Hemos visto recientemente en los medios informativos, las movilizaciones ciudadanas y de los profesionales del nuevo Hospital Puerta de Hierro en Majadahonda. Tanto los profesionales sanitarios como los ciudadanos denunciaban el estado de las instalaciones de este nuevo centro, que siendo de reciente creación, no tiene la dotación de aparataje ni de personal para atender a los pacientes. La respuesta del Consejero Güelmes a esta situación no ha podido ser más elocuente: los alborotadores están pagados para desestabilizar el Gobierno de la Comunidad.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? A parte de los delirios privatizadores de la Presidenta, una externalización de servicios de esta magnitud no se puede llevar a cabo sin un marco legal que le dé cobertura. Este marco existe y se viene aplicando en España desde hace tiempo, aunque de forma más sibilina, este sería el caso de Cataluña, que en la etapa de gobiernos nacionalistas se emprendió una política de externalización de servicios que no se ha parado todavía.

La Ley 15/97 aprobada en el Congreso con los votos de PP-PSOE y la oposición de BNG e IU, abre la puerta a una larga lista de posibilidades privatizadoras de los servicios públicos sanitarios.

Los diputados del PSOE en el Parlamento de la Comunidad, que ahora braman contra la presidenta y sus políticas neoliberales, deberían sonrojarse un poquito ante esta situación que el PSOE contribuyó a crear. Una ley de este calado puede ser un arma mortífera en manos de según quien y si encima es una ley mal elaborada, en que no quedan bien acotados los márgenes y los límites, peor que peor.

En el Reino Unido ya se experimentó este sistema de gestión privada de la sanidad y el resultado no puede ser peor. Hemos leído noticias de hospitales gestionados por empresas privadas en los que se han detectado y confirmado más infecciones nosocomiales, más recaídas en las patologías de los pacientes por dar altas anticipadas, higiene por debajo de los niveles mínimos aceptables y un largo etcétera de despropósitos a los que se llega cuando se persigue el beneficio y para que este sea lo mayor posible, se ahorra en medios y en personal.

Es un contrasentido que en estos momentos de grave crisis económica en que los postulados neoliberales han alcanzado los más altos niveles de descrédito, se lleven a término privatizaciones tan salvajes con un coste social tan elevado.

En Madrid, la privatización se ha iniciado en centros de nueva creación y según anuncian le seguirán los centros emblemáticos de aquella ciudad: La Paz, Ramón y Cajal, 12 de Octubre, etc.

Ante esta grave amenaza, habría que emprender acciones de envergadura, de profundo calado, en las que los ciudadanos junto a los profesionales y los sindicatos fueran capaces de parar a Esperanza Aguirre. De no ser así lo lamentaremos todos y no tendremos derecho al llanto. Queda dicho.

domingo, 5 de octubre de 2008

LA CRISIS y (2)



He leído hace poco en un periódico digital, unas declaraciones de un profesor de teoría económica de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona que me han puesto los pelos de punta.

El señor Niño, que es el profesor en cuestión, lanza una batería de apocalípticos pronósticos sobre la economía mundial y la española en particular que no son nada halagüeños, más bien todo lo contrario.

Dice el profesor, que la crisis durará mucho tiempo, que nos esperan unos años de descenso por la pendiente hasta por lo menos el año 2012 o quizás el 2010, con pérdida de empleo, cierre de empresas y todo lo peor que nos podamos imaginar.
Para empezar, se me plantea una seria duda sobre la exactitud de las fechas, lo que me lleva a desconfiar de la bola de cristal del reputado profesor.

Creo yo que si uno no está en condiciones de demostrar con datos fiables y contrastados el devenir de la situación económica, haría bien en callarse. La simple lectura del artículo entrevista hace temer un futuro muy poco prometedor y a tenor de lo que el profesor Niño predice, uno se imagina un escenario aterrador. Se me hace difícil creer que se destruirá empleo hasta el año 2012 y que después de este periodo se reactivará la economía y el empleo de forma muy tímida.

Este escenario comportaría un número de parados seguramente superior a los 4.000.000 y un descenso de los ingresos del estado que sin duda podríamos calificar de cataclísmico para el país.

Este tipo de afirmaciones, creo yo, que hay que moderarlas y ser cauto a la hora de hacerlas públicas, con más motivo cuando el que las hace es un responsable académico.

No sería de recibo un discurso diametralmente opuesto, que quitara gravedad a la situación, que realmente es preocupante a juzgar por el ritmo de crecimiento del número de parados y los expedientes de regulación de empleo pendientes del dictamen por la autoridad laboral competente. El consumo interno arroja cifras que muestran un claro retroceso de la capacidad de gasto y el aumento de la morosidad de particulares y empresas está contribuyendo a una agudización de los problemas y a que cale en el conjunto de la sociedad la sensación de que las cosas van peor de lo que van en realidad.

El gobierno de Rodríguez Zapatero desde un principio no ha actuado con la diligencia y rapidez que cabía esperar. El mero hecho de resistirse a llamar a las cosas por su nombre ya es un claro síntoma de que iban por detrás del problema.
Se ha echado en falta un discurso claro, valiente y sincero por parte de los timoneles de este asunto. Llamar desaceleración a una crisis que se venía gestando desde hacía un año, ha sido una clara muestra de incapacidad y falta de reflejos.

Hubiera sido mucho mejor para todos, llamar a las cosas por su nombre desde el primer momento y convocar a patronales y sindicatos para hacer frente a la situación que se estaba gestando.

Los ciudadanos tienen la impresión de que el gobierno está desbordado por la situación y que actúa a remolque de los hechos, lanzando baterías de propuestas que acaban por no ser tenidas en cuenta por su improvisación y esa falta de confianza que han generado ellos mismos.

miércoles, 1 de octubre de 2008

A VUELTAS CON LA CRISIS (I)



Desde hace bastantes días venimos oyendo propuestas, análisis y diagnósticos más o menos ocurrentes sobre la tan traída y llevada crisis, recesión o (para algunos) desaceleración, aunque a estas alturas me parecería un sarcasmo seguir abundando en lo de desaceleración, viendo lo que está cayendo.

No digo nada nuevo al afirmar que esta crisis (vamos a llamar a las cosas por su nombre) tiene una trascendencia muy superior a las que hemos venido padeciendo en los últimos decenios.

Todas las crisis tienen rasgos comunes a pesar de que los desencadenantes son en cada caso, de etiología diversa. Lo que no cambia sin embargo, es el sujeto paciente de esta crisis y en definitiva, el último eslabón de la cadena que será sin duda quien en definitiva va a pagar por activa y por pasiva los peores efectos de la crisis.

Sin el menor sonrojo, no ha faltado quienes han pedido de inmediato, moderación salarial, congelación de salarios, eliminación de cláusulas de revisión, así como flexibilización del mercado de trabajo. Aprovechando que el río Pisuerga pasa por Valladolid, se quiere dar a entender que son los salarios uno de los factores que provocan la crisis o bien que coadyuvan a su empeoramiento.

Ninguno de estos voceros de la patronal hace la más mínima autocrítica sobre la vorágine especulativa del sector inmobiliario que nos ha castigado durante los últimos tiempos, ninguno de estos empresarios ha levantado la voz poniendo en entredicho este desmesurado afán de ganar más y más con unos márgenes abusivos en la venta de los pisos.

Piden (algunos) que se abra un paréntesis en la economía de mercado. No sé lo que quieren decir exactamente con esta afirmación.

La falta de reglas y normas de este capitalismo anfetamínico nos ha llevado al punto en el que estamos: Intereses al alza, viviendas sin vender e hipotecas que no se pueden pagar; todo ello en un escenario en el que el paro no para de ganar enteros.

No creo a los que se atreven a decir que hay un antes y un después de esta crisis, o dicho de otra manera, que nada volverá a ser igual.

Está en la propia naturaleza de este sistema la generación de desigualdades, la promoción de la pobreza de unos muchos para el enriquecimiento exagerado de unos pocos.

¿Alguien cree que el capitalismo se dotará de normas y reglas para no volver a las andadas?, sinceramente no lo creo. Cuando se hayan repuesto del susto y las arcas públicas (con el dinero de todos) llenen los agujeros, volverán a lo de siempre y si no, al tiempo.