viernes, 27 de febrero de 2009

TORO ESPAÑOLISTA, BURRO CATALÁN




Por algún motivo atribuible a la madre naturaleza, hay individuos que actúan con un primitivismo que me hace ser poco optimista respecto a la especie humana.

Cuando se mezclan aparentes nobles propósitos de índole tribal con el afán de acción reparadora y de autoafirmación, algunos individuos, carentes por completo de masa encefálica, llevan a cabo acciones que justifican con argumentos que cuando son verbalizados son pura onomatopeya. Nada de nada, ni rastro de vida medianamente inteligente.

Voy a dejar los preámbulos y voy a explicarme. Hace pocos días, el único toro de Osborne que había en Cataluña ha sido sacrificado en nombre de los intereses del pueblo de Cataluña. ¡Pobre Cataluña!

El pobre toro de hojalata era un símbolo españolista y nada tenía que hacer allí, había que derribarlo en nombre de los sacrosantos valores nacionales y de las esencias patrias.

Los patriotas anencefálicos, entre rebuzno y rebuzno fueron capaces de desatornillar o serrar los hierros que sujetaban aquel insolente símbolo español que tanto daño hace a la identidad y permanencia de los tradicionales valores de tolerancia y respeto democrático que caracteriza al nacionalismo catalán.
Seguramente el general Moragas debe aplaudir el gesto de estos valientes patriotas.

Este gesto que no hace más que dar alimento a los reales enemigos de Cataluña, que comentan ese episodio desde sus privilegiadas tribunas dando más eco y relevancia a un hecho aislado tan inútil cómo irrelevante.

La mezcla de fauna ibérica con los símbolos y banderas (el toro de lidia y el sufrido burro catalán) me parece un auténtico despropósito y tanto repelús y rechazo me producen los toros incrustados en la bandera española cómo la silueta del burro catalán metido en la bandera “estelada”.

¿Qué habrán hechos estos pobres bichos para merecer este trato? Me temo que nada. Exhibir un animal cómo símbolo identitario me parece volver hacia atrás, iniciando un camino hacia las cavernas.

El toro de Osborne, me parece un bello y acertado reclamo publicitario, que en su momento, cuando un humilde herrero de pueblo le dio forma, no podía imaginar que sería objeto de polémica ni mucho menos arma arrojadiza de unos contra otros.

sábado, 21 de febrero de 2009

LA ESCOPETA NACIONAL



Revuelto está el gallinero en los mentideros de la Villa y Corte. Entre cacerías y citaciones judiciales el Juez Garzón está que se sale. No duerme, no come, no de nada y encima al pobre le da una crisis de ansiedad. Tanto ajetreo no puede ser bueno.

Mejor hubiera sido que él o el ministro Bermejo se hubieran quedado en casita leyendo el País y tomando unas porras con chocolate, cosa que tampoco está nada mal. Muchos disgustos se hubieran evitado.

Repasando la cronología de los hechos, es inevitable recordar la película (creo que de Berlanga) “La escopeta nacional”, en la que también había un ministro apellidado Bermejo.

Parece mentira, ¿cómo se puede ser tan imprudente? En plena oleada de citaciones y prisiones preventivas era de prever que determinada prensa se les echaría encima y que el propio Partido Popular utilizaría hasta el agotamiento esta baza.

Si tanto Garzón como Bermejo han actuado como unos auténticos pardillos, no más avispados están siendo los cabecillas del PP.

En un momento en que les están saliendo corruptos hasta de debajo de la moqueta, han optado por aquello de “Y… tú más”, como es el caso de Camps. Mientras Doña Esperanza Aguirre accede a crear una comisión de investigación en el Parlamento de la Comunidad, y, al cabo de poco, su presidente tiene que dimitir por ser algo más que sospechoso.

El Partido Popular está cometiendo los mismos errores que cometió el PSOE cuando se vio salpicado (y no poco) por escándalos de corrupción. En lugar de actuar facilitando las cosas a la justicia y lanzar el mensaje de que no estaban dispuestos a tolerar esas conductas, optaron por la huída hacia delante, acusando a todo el mundo de tramar conspiraciones. Luego salieron las sentencias y se vio que allí había más que sospechas y presunciones.

El PP está pillado y bien pillado en el peor momento de su historia, en que está en la oposición, sin rumbo, paralizado y con todas las facciones echando mano de la navaja choricera para rebanarle el pescuezo al adversario o enemigo. Seguramente (estoy convencido) este debe ser el motivo que ha propiciado que toda esta red de corrupción asomara.

En una coyuntura económica adversa como la actual en la que se destruye empleo a diario, en la que hay más de un millón de familias en las que no entra un solo euro al mes, produce indignación hablar de cifras millonarias que se acumulan a la sombra y gracias a las conexiones con el poder político por unos personajillos que no serían nada sin sus conexiones con el poder y vivan a todo tren; y lo peor del asunto es que aunque se les juzgue y condene, seguirán disfrutando de privilegios con sus fortunas delictivamente acumuladas a buen recaudo en algún paraíso fiscal.

Es de esperar, que si hay aforados en esta causa abierta por Garzón este deberá inhibirse a favor de Tribunal Supremo, donde el PP tiene muy buenos amigos. Esto hace sospechar que haya nombres que se caigan de los papeles y esta causa se encoja sensiblemente. Siento decir esto, pero la Justicia no me merece mayor crédito en estos momentos y más si tengo en cuenta el comportamiento de sus señorías acerca del contencioso que mantienen con el Gobierno.