viernes, 24 de julio de 2009

LA CARROÑA NO ENTIENDE DE MUERTES


Felip Puig y el alcalde d'Horta de Sant Joan reflexionando....


Quiero suponer que el verano no es la época del año más adecuada para hacer declaraciones de índole política dado que en estos últimos días se leen y oyen declaraciones que si no fuera por lo que es, diría que el personal le da demasiado a la botella o bien que el sol reblandece los cerebros. Me estoy refiriendo al alcalde de Horta de Sant Joan que ante el espantoso incendio que ha asolado aquella zona de Tarragona y que ha costado la vida a cuatro bomberos de la Generalitat y ha dejado a dos más en la UVI del Hospital de la Vall d’Hebrón en estado sumamente crítico, se ha permitido hacer unos comentarios que ponen de manifiesto su catadura moral.

El munícipe en cuestión se ha permitido decir que los bomberos se habían relajado, que es lo mismo que decir que no habían cumplido con su obligación o bien eran unos ineptos.

Con cuatro –ahora son cinco-- cadáveres en la morgue, con sus correspondientes familias destrozadas por el dolor, me parece una falta de escrúpulos tremenda hacer semejantes afirmaciones y más cuando quien las hace es un cargo público del que cabe esperar (digo yo) conductas más sensatas.

La extinción de un fuego forestal no siempre es una tarea fácil y más cuando el factor climatológico es completamente adverso y actúa a favor del fuego.

Los bomberos de la Generalitat son un cuerpo integrado por profesionales que nada tienen que demostrar a estas alturas, su arrojo, capacidad técnica y profesionalidad han quedado demostrados en muchas ocasiones y están fuera de toda sospecha.

¿Que perseguía este munícipe con sus declaraciones? A nadie se le escapa (es un decir) la intencionalidad política de tamaño despropósito, motivo por el cual las palabras del alcalde son más abyectas y graves.

Intentar sacar réditos políticos de una desgracia cómo el incendio y las muertes de unos servidores públicos es un acto própio de canivalísmo, una actitud própia de personas sín ética y que por este hecho, deberían estar apartados de la vida pública.

¿Acaso pretendían crear polémica para tapar el escándalo de los dos millones de euros que faltan del Orfeó Català? Si es así, peor me lo ponen: el fín no siempre puede justificar los medios y menos cuando hay pérdida de vidas humanas de por medio.

lunes, 20 de julio de 2009

H.HOSPITAL GREGORIO MARAÑON, UNA HISTORIA, VARIAS VERDADES (II)




Decíamos ayer que la desgraciada muerte del recién nacido prematuro del Hospital Gregorio Marañón de Madrid es el resultado de un cúmulo de circunstancias estructurales que han confluido dando lugar a la muerte Ryan.


Estamos asistiendo a todo un conjunto de reacciones de protesta y solidaridad con la enfermera que presuntamente cometió un error en la administración de la nutrición enteral; estos actos que de alguna forma expresan una ira por lo sucedido y un estado de opinión no estructurado pueden calmar la indignación del colectivo enfermero momentáneamente que se siente solidario con un miembro de su colectivo y que sabe que esto sucede y puede volver a suceder cualquier día. Aunque suene mal, lo menos relevante de esta situación, no es el error de la profesional, que aún siéndolo, representa una mínima expresión de ese entramado de responsabilidades no asumidas por parte de las administraciones.



De poco sirven estas reacciones, que por si solas, no hacen otra cosa que servir de cortina de humo que oculta el verdadero problema que ha dado lugar a la situación con que nos encontramos. Mientras el colectivo se manifiesta no se habla de lo que hay que hablar y no se canaliza este estado de cierta movilización en un sentido pragmático.



A juzgar por las declaraciones y opiniones vertidas por miembros del colectivo enfermero, se aprecia un cierto sentimiento de culpa colectiva, que más o menos nos viene a decir: no somos perfectos, no hemos sabido estar a la altura profesional requerida, es imposible dominar todas las disciplinas...... y un largo etcétera de lamentos. Mal asunto, a esto se le llama síndrome de Estocolmo. El colectivo enfermero no puede ser el receptor de todas las patadas que se derivan cómo consecuencia de los déficits estructurales del sistema de salud.



Me parece escandaloso que nos vanagloriemos de ser la octava potencia económica mundial y que al mismo tiempo y sin ningún asomo de rubor mantengamos una ratio de enfermera por habitante propia de países en vías de desarrollo, que seamos capaces de formar enfermeras con un alto nivel de conocimientos y que estas tengan que emigrar a otros países en busca de lo que se les niega en España, a saber: estabilidad en el empleo, mejor retribución y reconocimiento profesional.



Me ha parecido sintomático que bien pocas personas hayan hecho mención al tema de las especialidades que están por desarrollar desde el año 2005. ¿A qué se debe este retraso? Se aducen múltiples causas y factores desde los ministerios correspondientes que nada aclaran y que en el fondo no hacen más que ocultar que el verdadero problema radica en que si se desarrollan las especialidades, habrá que acometer sin dilación una profunda reforma del sistema que también conllevaría un cambio en la organización del trabajo del que a buen seguro la parte actora no continuarían siendo al cien por cien las direcciones de los centros.



Con un colectivo estructurado, con cometidos específicos se acabaría con la figura de la “enfermera todo terreno” que debe servir para rotos y descosidos.
¿Qué actitud han mostrado los principales sindicatos ante esta situación? Más allá de decir cuatro palabras de solidaridad con la enfermera y soltar cuatro tópicos, nada han aportado, más bien ha contribuido a densificar la cortina de humo con su actitud, perdiendo una oportunidad que les viene que ni pintada para poner al día su discurso e iniciar junto al colectivo enfermero todas las acciones encaminadas a dar la vuelta a esta situación. Mucho me temo que dentro de pocos días no se hablará de este asunto y que el colectivo enfermero que podría haber salido fortalecido de esta situación quedará igual cómo estaba; y, quedarse cómo estaba significa retroceder.

miércoles, 15 de julio de 2009

H. GREGORIO MARAÑÓN, UNA HISTORIA, VARIAS LECTURAS (I)




Todavía consternado por la noticia de la muerte por un error profesional de la niña marroquí cuya madre murió a consecuencia de la nueva gripe, creo necesario hacer unas cuantas reflexiones que de alguna forma contribuyan a entender la génesis de este desgraciado caso y de muchos otros que seguro se producen pero que no tienen la misma repercusión mediática que este que nos ocupa.

Me atrevo a afirmar que lo que ha sucedido en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid es extrapolable a cualquier centro sanitario público de la geografía española que no ponga especial cuidado en prevenir estas situaciones; se podrá afirmar que en unos lugares más que en otros y en otros más que en unos. La nefasta política de recursos humanos, en lo que se refiere a escatimar en el capítulo de personal, llega al paroxismo por no decir a la más cínica de las desvergüenzas. Me explico. Las unidades de cuidados intensivos pediátricos en los que el número de enfermeras deberían ser de una por dos ingresados, se ha visto reducida la ratio de forma escandalosa, llegando a darse el caso de una enfermera por cinco ingresados. Dejo para la imaginación del lector las consecuencias que se pueden derivar con este tipo de situaciones de sobrecarga de trabajo permanente que recae sobre los profesionales.

Las direcciones de enfermería tienen también su cuota de responsabilidad en este estado de cosas que se viene prolongando en el tiempo y que parece que no les preocupa más allá de verse salpicadas por algún caso dramático cómo este.


A las direcciones de enfermería la gestión les ha hecho perder la profesión, o dicho de otra manera: preservar el cargo, conservar el estatus de directivo y la moqueta de los despachos les hace mirar hacia otro lado y plegarse a las presiones de las gerencias, los economistas y resto de aves para los cuales el hecho de que en un hospital haya enfermos es una anécdota. Una enfermera por el hecho de serlo no tiene capacidad para desarrollar su profesión en cualquier puesto especializado, para ello se requiere un rodaje, y trabajar durante un periodo de tiempo al lado de otro profesional que le adiestre en los saberes y prácticas del puesto de trabajo. No se puede trabajar en una unidad de quemados sin experiencia, en una unidad de hemodiálisis sin conocer los complejos aparatos, no se puede trabajar en traumatología o cirugía sin tener un rodaje previo. No se adquiere una sólida experiencia rotando por tres o cuatro servicios en un turno de siete horas cómo está sucediendo en la mayoría de hospitales públicos en la actualidad.


Estos aspectos tan básicos y elementales que cualquier persona de la calle puede entender son sistemáticamente obviados por quienes dirigen los hospitales. Lo sucedido en el Servicio de Neonatos del Hospital Gregorio Marañón es consecuencia de este estado de cosas, ya que han forzado la máquina en exceso y el resultado ha sido la muerte de un neonato que no tenía que haber muerto.


La impericia de una enfermera con contrato precario, sin experiencia y atemorizada por el miedo que le produce tener que ejercer su profesión en un entorno que le es ajeno y desconoce, le hace cometer errores como el que ha acabado con la vida del recién nacido y posiblemente con la vida profesional de esta enfermera.