domingo, 5 de octubre de 2008

LA CRISIS y (2)



He leído hace poco en un periódico digital, unas declaraciones de un profesor de teoría económica de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona que me han puesto los pelos de punta.

El señor Niño, que es el profesor en cuestión, lanza una batería de apocalípticos pronósticos sobre la economía mundial y la española en particular que no son nada halagüeños, más bien todo lo contrario.

Dice el profesor, que la crisis durará mucho tiempo, que nos esperan unos años de descenso por la pendiente hasta por lo menos el año 2012 o quizás el 2010, con pérdida de empleo, cierre de empresas y todo lo peor que nos podamos imaginar.
Para empezar, se me plantea una seria duda sobre la exactitud de las fechas, lo que me lleva a desconfiar de la bola de cristal del reputado profesor.

Creo yo que si uno no está en condiciones de demostrar con datos fiables y contrastados el devenir de la situación económica, haría bien en callarse. La simple lectura del artículo entrevista hace temer un futuro muy poco prometedor y a tenor de lo que el profesor Niño predice, uno se imagina un escenario aterrador. Se me hace difícil creer que se destruirá empleo hasta el año 2012 y que después de este periodo se reactivará la economía y el empleo de forma muy tímida.

Este escenario comportaría un número de parados seguramente superior a los 4.000.000 y un descenso de los ingresos del estado que sin duda podríamos calificar de cataclísmico para el país.

Este tipo de afirmaciones, creo yo, que hay que moderarlas y ser cauto a la hora de hacerlas públicas, con más motivo cuando el que las hace es un responsable académico.

No sería de recibo un discurso diametralmente opuesto, que quitara gravedad a la situación, que realmente es preocupante a juzgar por el ritmo de crecimiento del número de parados y los expedientes de regulación de empleo pendientes del dictamen por la autoridad laboral competente. El consumo interno arroja cifras que muestran un claro retroceso de la capacidad de gasto y el aumento de la morosidad de particulares y empresas está contribuyendo a una agudización de los problemas y a que cale en el conjunto de la sociedad la sensación de que las cosas van peor de lo que van en realidad.

El gobierno de Rodríguez Zapatero desde un principio no ha actuado con la diligencia y rapidez que cabía esperar. El mero hecho de resistirse a llamar a las cosas por su nombre ya es un claro síntoma de que iban por detrás del problema.
Se ha echado en falta un discurso claro, valiente y sincero por parte de los timoneles de este asunto. Llamar desaceleración a una crisis que se venía gestando desde hacía un año, ha sido una clara muestra de incapacidad y falta de reflejos.

Hubiera sido mucho mejor para todos, llamar a las cosas por su nombre desde el primer momento y convocar a patronales y sindicatos para hacer frente a la situación que se estaba gestando.

Los ciudadanos tienen la impresión de que el gobierno está desbordado por la situación y que actúa a remolque de los hechos, lanzando baterías de propuestas que acaban por no ser tenidas en cuenta por su improvisación y esa falta de confianza que han generado ellos mismos.

1 comentario:

trallero y yo dijo...

Amigo despertaferro: Quisiera insuflar un poco de optimismo. En el bloc de Espada, podras leer el articulo de un tipo norteamericano que parece ser es una eminencia, en el que dice que no hay para tanto.