viernes, 15 de agosto de 2008

FERNANDO GIMENO Y CÍA.




En el diario EL PAÍS de hace unos días venía un reportaje entrevista con el que fue director médico del Hospital Severo Ochoa de Leganés.
Me refiero al Doctor Fernando Gimeno, que pagó con creces su dedicación y entrega a un tipo de medicina que no gusta al poder y menos si el poder lo tiene el Partido Popular.


Ya se ha hablado y escrito mucho sobre lo que sucedió en aquél centro sanitario público, se ha hablado del Doctor Montes y de la complicidad que generaba en el personal la filosofía que aplicaban en el trato, la asistencia y los cuidados que dispensaban a los pacientes que acudían a aquél centro en busca de consuelo y remedio para sus achaques, consuelo y alivio que en muchas ocasiones era lo único que podían dispensar, junto a un trato humano y cercano para con el paciente y su familia.

Tanto el Dr. Montes como el Dr. Gimeno pagaron muy cara su entrega y dedicación a un tipo de asistencia en el que se ponía por delante de todo al paciente y su circunstancia bio-psico-social.

No es irrelevante a la hora de comprender los desencadenante que originaron su decapitación social y profesional, su clara adscripción a la izquierda.
Cuenta Gimeno que teniendo todos los pronunciamientos favorables por parte de la justicia, nadie les ha pedido disculpas ni se ha retractado de lo dicho, de la cantidad de basura vertida sobre las personas que por hacer su trabajo han visto sus nombres en los periódicos con un interrogante en sus cabezas y la permanente sospecha sobre si su actuación se ajustaba a la ley.

Lo más enervante del caso es que Gimeno no puede trabajar en Madrid ni en ninguna comunidad autónoma en la que gobierne el PP. Los motivos ya nos los podemos imaginar.

El modo de actuar y la clara apuesta por una medicina pública y de calidad, choca frontalmente con la filosofía de la consejería de sanidad de Esperanza Aguirre. El modelo de Aguirre es claramente privatizador y ajeno a los intereses de quienes son los destinatarios de los servicios y prestaciones.

La sanidad pública no puede prescindir de elementos comprometidos con la cosa pública como Montes y Gimeno. No es de recibo que después de tantos años de trabajo y compromiso deban coger el atillo e iniciar una peregrinación por la geografía española en busca de un puesto de trabajo, intentando evitar (por supuesto) determinadas áreas geográficas donde saben que les van a dar con la puerta en las narices.
Lo más indignante de toda esta historia es la escasa reacción del colectivo médico, que parece a todas luces más preocupado por las reivindicaciones salariales y de otra índole, asimismo, los partidos políticos de la izquierda gobernante o no, han tenido una respuesta tímida, testimonial y nada eficaz.
Mientras tanto el Consejero Lamela, artífice del montaje contra los profesionales del Severo Ochoa ha sido destituido por Esperanza Aguirre por sus sospechosa afinidades centristas.

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