domingo, 26 de agosto de 2007

AGOSTO AGOSTEA

El mes de agosto toca a su fin y con él, el verano se agota dejando poco margen para las actividades propias que mayoritariamente las gentes suelen desarrollar en esta época.
Este ha sido un verano atípico, poco caluroso. Ha predominado la escasez de sol y las temperaturas no han desbordado ninguna previsión que hiciera presagiar un desmesurado aumento de los efectos colaterales que las altas temperaturas provocan... está por ver cómo se comportará el mes de setiembre.
Para el sector hostelero de playa han soplado malos vientos, ya se sabe que no se puede ganar siempre y que nunca llueve a gusto de todos.
Con setiembre se iniciará el curso político y la bronca que le acompaña. Estos últimos días ya hemos visto y oído al gran Rajoy aclarando la garganta e impostando la voz.
Esta rentreé promete. El fin de la legislatura y la inminente convocatoria de elecciones, otorgan un valor añadido ha estos últimos meses de confrontación y debate parlamentario.
Don José Luís Rodríguez Zapatero tiene la intención de dar un empuje a su gobierno para que los ministros se desperecen, se pongan las pilas y poder dar la impresión de que todos han estado al frente de sus respectivos departamentos trabajando a buen ritmo y acertadamente, habiendo culminado con éxito su programa electoral.
ETA sigue con lo suyo, su predilecta afición. El terror. Han atacado de nuevo en el País Vasco, en Durango, a un cuartel de la Guardia Civil. Afortunadamente sin víctimas.

Este ha sido un verano para olvidar –por lo menos en Catalunya- en lo que se refiere a los graves problemas derivados del mal estado de las infraestructuras. No hace falta recordar los numerosos problemas de retrasos en los trenes y el apagón de Barcelona.
Las explicaciones de los técnicos y responsables políticos ha sido penosa, vergonzosa y una vez más se puesto de manifiesto la distancia existente entre política y sociedad.
Esta distancia se va convirtiendo en abismo día tras día y se evidencia cada vez que se produce un problema que afecta a más de media docena de ciudadanos y del que deben responder los políticos.
La culpa siempre es de otro. Ya se sabe. Lo que ignoran o desconocen los responsables políticos es que la ciudadanía acepta las explicaciones, valora y disculpa los errores si estos son admitidos humildemente. No se puede comparecer ante la sociedad para dar explicaciones hinchando el pecho y diciendo que podría haber sido peor; como en el caso de Doña Mª Magdalena Álvarez.
Una vez más se ha evidenciado la falta de líderes, la poca talla, la indomable tendencia a atrincherarse en los despachos, a no pisar la calle, a decir: Estoy con vosotros y quiero conocer de primera mano lo que está sucediendo. Si bien esto no soluciona problemas, hace que el ciudadano vea a quién le gobierna y se siente un poco reconfortado y comprendido.

Don Pasqual Maragall sigue erre que erre, haciendo lo que más le gusta últimamente: dar por el saco. A esta renovada afición ha añadido un delirio nuevo: la necesidad de que todos nos agrupemos bajo el paraguas del Partido Democrático Europeo.
Don Pasqual ha descubierto algo nuevo, una nueva fórmula para solucionar el déficit de infraestructuras: los peajes.
No quería recordar el pesado debate del Estatut, preñado de discurso identitário y del que él como presidente fue uno de los principales voceros. Dice ahora Don Pasqual que la culpa del déficit de infraestructuras radica en el debate identitário y que este debe ser aparcado urgentemente para no andarnos por las ramas y dedicarnos a lo que realmente importa. Le doy parte de razón, sin embargo la cosa no acaba en esta reflexión en voz alta. Sostiene Maragall que debemos solucionar nuestros problemas de infraestructuras, por la vía del peaje. Si el Estado nos roba o es avaro con nosotros, no importa, sigamos pagando de nuestros depauperados bolsillos lo que a otros les sale gratis y que viva España y el Partido Democrático Europeo, ¡faltaría más!



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