viernes, 10 de agosto de 2007

IN MEMORIAM




El pasado 5 de Agosto de conmemoraba el fusilamiento en Madrid de las 13 Rosas.
El asesinato de estas jóvenes mujeres de las J.S.U, no era una saca más de las que se sucedían en aquellos días. Aquellas valientes mujeres habían cogido el testigo en la lucha contra Franco. Los hombres, estaban en los campos de concentración, en la cárcel o bien en el exilio. Alguien tenía que continuar y fueron ellas las que aún sabiendo a lo que se arriesgaban, no dudaron en reorganizar el partido, partiendo de la nada.
Eran tiempos de plomo, en los que las paredes oían y cualquiera podía ser un delator.
El famoso comisario Conesa, fue un infiltrado en las filas de las JSU. Hábil interrogador, despiadado torturador finalmente recuperado, en tiempos protodemocráticos por el Ministro de la Gobernación Rodolfo martín Villa, para luchar contra el terrorismo de los GRAPO. No fue él el único. Muchos otros más anónimos siguieron sus pasos, experimentando la metamorfosis de la mariposa. Abandonaron su papel de esbirros de la dictadura para ser fieles garantes y defensores del orden democrático. Nadie ha pedido cuentas a nadie. ¡Cuanta desmemoria!
Mientras esas gentes con las manos manchadas de sangre podían mantener su estatus de digno funcionario, miles de rosas segadas en flor yacían en fosas comunes, anónimamente, sin lápida, sin nombre, sin flores. Para aquél régimen, no eran dignas de nada. Eran rojas, eran la anti-España.
Todo esto sucedía con la complicidad de la Iglesia Católica, esa misma Iglesia que ahora, después de casi setenta años, quiere seguir manteniendo su tutela, el predominio espiritual sobre todos nosotros, por encima de leyes supremas, por encima de todo poder legalmente constituido, por encima de la soberanía popular, por encima de todo y a cualquier precio.
El asesinato de estas mujeres quiso ser un castigo ejemplarizante para todos aquellos que de una u otra forma querían plantarle cara al miedo, a la dictadura, a todo lo que podían ser obstáculos para la lucha contra aquél régimen.
Descansen en paz todas las rosas.

2 comentarios:

manuel allue dijo...

Nunca te comento nada sino que conversamos (¿se dice así?) en mi blog, y estoy encantado de hacerlo. Ya hace días que había leído tu post sobre el comisario Conesa y las 13 Rosas y ahora, al volverlo a leer, me ha vuelto a recorrer por mi columna vertebral ya algo maltrecha un temblor que pocos nombres pueden evocar. Pocos apellidos. Esos "tiempos de plomo" que tan bien bautizas me sacuden parte de lo sacudible, me hacen zumbar los oídos, me revuelven. Casi lo mismo que la risa de la ministra.

Creo que siempre hay que recordar que no estamos para bromas. Por eso te cuento lo que te cuento en mi comentario sobre Bruno Trentin. Se lo cuento un poco a los que han nacido veinte años después y les hace gracia la risa de la ministra. Aunque no creo que sean tantos. Muchos los desmemoriados pero pocos los bromistas.

DESPERTAFERRO dijo...

Caro Manuel: Nuestra sociedad está enfermita. Este cambio de régimen pasteleado, pactado y no sé cuantas cosas más, nos trajo las libertades; sin embargo tengo la percepción (quizás erronea) de que el personal está cada día más embrutecido.
Seguro que la clase política tiene su cuota de responsabilidad en ello. Toda la responsabilidad no puede ser de la política. Cada uno debe ser responsable de lo que hace y dice y en lugar de exigir derechos genericamente hablando, debe plantearse si su actitud cívica es la que se corresponde a un ciudadano en plenitud de derechos y deberes.
Ante la situación creada por el desastre de las infraestructuras, creo yo que muy graves, cabía esperar una reacción cívica ejemplar.
Si somos capaces de salir a la calle en contra de la guerra de Irak, también debemos reaccionar democraticamente ante semejante cúmulo de atropellos por parte del Estado.
Doña Magdalena tiene la habilidad de sacarme de mís casillas, por prepotente y lenguaraz. Cada vez que pretende arreglar con su discurso algún descontento, logra irritar todavía más al ciudadano despertaferro y a unos cuantos más.