jueves, 1 de mayo de 2008

¡VIVA EL 1º DE MAYO!



Las clases trabajadoras afrontamos este 1º de Mayo en un contexto marcado por el fin de un ciclo económico marcado por la caída en picado del sector de la construcción.


Durante los últimos años, en España se ha construido desmesuradamente creando un parque inmobiliario que no ha contribuido a satisfacer las necesidades de viviendas asequibles tanto en propiedad como en alquiler que tienen planteado los jóvenes. Al compás marcado por los movimientos especulativos, se han recalificado terrenos, se ha edificado para especular, buscando en este sector un valor seguro, refugio de capitales que en teoría ofrecían una revalorización segura.


La crisis hipotecaria estadounidense, ha arrastrado a la economía europea obligando a las entidades bancarias a no conceder más créditos.


El parón inmobiliario, ha afectado también a los sectores industriales subsidiarios de este sector, siendo el resultado de todo ello un aumento de las tasas de paro.


La morosidad y la caída del consumo contribuyen a engordar el fenómeno de la recesión económica.


El aumento del paro golpea especialmente a sectores que tradicionalmente ven amenazada la continuidad en el puesto de trabajo por factores intrínsecos ligados a la naturaleza del sector de la construcción. Los contratos ligados a la finalización de la obra, la subcontratación y otros aspectos, hacen especialmente vulnerables a los trabajadores. Asimismo, los trabajadores inmigrantes, por su particular situación personal, son todavía más vulnerables, siendo objeto de más precariedad si cabe.


En esta situación hay que poner especial énfasis en exigir el robustecimiento de las redes de protección social, posibilitando en la medida de lo posible, la reinserción laboral en otros sectores.


En este periodo de recesión económica que se ha iniciado, oímos una vez más a los órganos de la patronal pedir medidas como flexibilización del mercado y moderación salarial, todo ello después de años de acumular grandes beneficios. No tiene que ser siempre los sectores más desfavorecidos quienes deban pagar los platos rotos cuando las cosas no van bien a los empresarios.


En España llueve sobre mojado, pues el diferencial entre acumulación de beneficios y costes salariales es de los más abultados de Europa.


Cada día toma más cuerpo la franja salarial de los mil euros, con una clara tendencia a generalizarse entre sectores que tradicionalmente, tenían una capacidad de negociación colectiva que permitía revalorar los salarios.


Especial atención deberíamos prestar a la situación de las libertades en América latina, donde no hay día en que no se asesine o intimide con violencia a los representantes de los trabajadores.


Las centrales sindicales españolas deberían tomar conciencia de que es necesaria una acción solidaria para con los trabajadores de todos los países donde se vulneran los más elementales derechos de los ciudadanos y de forma muy especial a los sindicalistas.


Existen en América latina multinacionales españolas con fuertes intereses en aquél continente. Sería necesario denunciar con nombres y apellidos a estas empresas y a sus directivos en el caso de que estuvieran involucrados en acciones antisindicales o antidemocráticas.


No es menos importante la denuncia de la falta de libertades sindicales en los países asiáticos, receptores de empresas españolas y europeas que buscan paraísos en donde se paguen bajos salarios, no haya derechos y se pueda despedir sin contemplaciones a cualquier trabajador conflictivo. Asimismo, la explotación infantil, lejos de ser un fenómeno en retroceso, avanza, tomando cada día carta de naturaleza en más países. Este hecho se ve agravado con el encarecimiento de los productos más básicos de alimentación. Esta carestía azota con más virulencia a los países en desarrollo, con economías más débiles y carentes de estructuras políticas capaces de garantizar unos mínimos diarios a cada persona.


En la opulenta Europa deberíamos dejar de contemplar nuestro ombligo y lejos de olvidar nuestros problemas, propios de un cambio de paradigma, deberíamos retomar la acción solidaria con otros países que están bastante peor que nosotros en muchos aspectos.


La falta de libertades, la corrupción y la connivencia de los poderes públicos con sectores económicos poderosos que quieren imponer sus dictados pisoteando derechos básicos, deben formar parte de la agenda diaria del sindicalismo confederal europeo y muy especialmente del español, que en el pasado ha sido receptor de ayudas y solidaridad.

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