lunes, 4 de febrero de 2008

¡CON LA IGLESIA HEMOS TOPAO.....!!!!!



El cinismo de nuestra derecha llega a extremos insoportables. La conjunción eclesiástico derechista habla ya con una sola voz, sin ocultarse. Aunque intenten disimular a ratos, se les ve el plumero a la legua. Algunos altos cargos de la Iglesia, intentan hacernos creer que no están a favor de ninguna opción concreta, dicen que sólo dan recomendaciones morales a sus fieles.

Nunca la fe o la moral es lo que hace hablar a los obispos. En definitiva la moral les importa poco y la justicia menos.

Todos sus movimientos y gestos no se producen improvisadamente, siempre son fruto de una minuciosa reflexión y un cálculo de oportunidad. Es su naturaleza. Sólo responden a una ambición, que es el poder.

Han abierto la veda, en nombre de su cometido pastoral, pretendiendo deslegitimar y condenar el ejercicio del libre albedrío.

Mezclan en sus discursos conceptos como fe, moral libertad, justicia, derechos y democracia, todo aliñado con un verbo apocalíptico, que vaticina el fin de las libertades en el caso de que no se voten las opciones bien vistas por ellos.

Ante tal coyuntura, no podemos perder la compostura, no sería prudente ni obedecería a un criterio razonable, lanzar una campaña de anti clericalismo. En el fondo es lo que quieren.
Las relaciones entre la Iglesia y el Estado, deben ser claras, no puede haber sombras niambigüedades. El actual marco debe revisarse sin dilación, sin que ello sea un tema de campaña electoral.

El de las relaciones Iglesia Estado, debe ser un marco jurídico claro, basado en el respeto y con un papel preponderante de la laicidad y un profundo ajuste normativo al texto constitucional, que es el que debe prevalecer por encima de cualquier creencia religiosa.

La política no debe frivolizar sobre determinados temas, no se puede decir hoy blanco y mañana negro en función de intereses de naturaleza espuria.

La seriedad y la coherencia en el discurso político debe ser la norma si realmente se quiere plantar cara a los envites reaccionarios de la jerarquía eclesiástica.

Sólo un enfoque sereno que cuente con apoyos amplios, puede remediar esta situación.
El actual marco que rige las relaciones Iglesia-Estado en España, es mucho más ventajoso y dá más poder de intervención para la Iglesia, que el que mantiene el Estado italiano con el Estado vaticano.

Empecemos por situar la cuestión en su punto de partida, que es el Concordato de 1953, suscrito en pleno nacional catolicismo. La democracia española no puede ni debe arrastrar este lastre de la dictadura franquista.

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