lunes, 7 de mayo de 2007

AGRAVIO


El economista Mario Cabré, departe con dos alumnas, una de ellas tía mía

En un serio trabajo que ha realizado el catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona Guillem López Casanovas y editado por la Generalitat de Catalunya, se pone de manifiesto con pelos y señales la desigualdad existente en el reparto de inversiones del Estado y la ligereza con que se despacha cuando se reclama un trato justo para los que más aportan y menos reciben.
Los números y datos que este estudio aporta son demoledores: En el período 1991-2004, Catalunya recibe en inversión por infraestructuras 2.057 euros por habitante, 600 euros menos que la media española. Catalunya es la cuarta comunidad en que la inversión por este capítulo es más baja.
Si nos referimos al gasto en sanidad, las cifras no son mejores: Somos la tercera comunidad dónde menos dinero se destina a este capítulo. En 2003 se destinaros 783 euros por habitante, frente a 843 euros de media española.
A estas abultadas diferencias, debemos añadir que Catalunya ha sido la comunidad que mayor crecimiento poblacional ha experimentado provocando que el déficit se haga más patente.

El Estado de bienestar se ve mermado por los déficit en gasto sanitario, de infraestructuras y como no por los tradicionales atrasos en la calidad de la enseñanza. Todo ello va en detrimento de la cohesión social.
La enseñanza es un tema sangrante en una comunidad como Cataluña con un gran contingente de alumnos hijos de inmigrantes. Se ha dicho repetidas veces por expertos, que un número demasiado abultado de inmigrantes retrasa al resto de los alumnos.
Para hacer frente al fenómeno de la inmigración en las clases, hace falta muchos más recursos, de los cuales no se dispone.
Otro problema importante es el de la vivienda para la gente joven que por edad desean independizarse y no puedan hacerlo por lo elevado del precio de los pisos y los alquileres. La precariedad laboral y los bajos sueldos contribuyen de forma determinante a que nuestra juventud, no pueda abandonar el domicilio familiar e iniciar una nueva etapa en su vida.

El sistema de redistribución de la riqueza entre las CC.AA deja mucho que desear y genera agravios por activa y por pasiva que son objeto de utilización política al más mínimo indicio de reivindicación por parte de los perjudicados.
Durante el periodo de discusión del Proyecto de reforma del Estatut de Catalunya, tuvimos ocasión de comprobar las pasiones que se levantaron por parte de todos.
Es inadmisible que en determinadas comunidades receptoras netas por compensación interterritorial los ciudadanos obtengan más y mejores servicios que los ciudadanos de comunidades que contribuyen con mucho más de lo que reciben sus ciudadanos.
No es de recibo que en comunidades como Andalucía, la sanidad pública ofrezca gratuitamente operaciones de cambio de sexo, cuando en Catalunya existen listas de espera para intervenciones quirúrgicas que incapacitan a quién las espera; debido a que nuestro sistema está al límite.
Tampoco es de recibo que Chávez, reclame no sé que deuda histórica multimillonaria. No sé que tendríamos que reivindicar y como nuestro déficit histórico de inversiones de todo tipo sin que se levantara una polvareda anticatalana.
Desde Muchos sectores se ha pedido que se publiquen las balanzas fiscales y no se ha hecho. No entiendo el motivo. Supongo que si no se publican debe ser por importantes “razones de Estado”.
Sería bueno que se publicaran y con un debate sereno y sin apriorismos se diera cuenta a los ciudadanos de todos los datos para que se hicieran una idea de quién es solidario y quién no lo es.
Convendría que Zapatero hiciera un alarde de talante y diera órdenes precisas a este respecto. La España plural que dice defender saldría ganando, por lo menos en información y conocimientos.
Catalunya ha perdido peso económico en España, lo dicen los papeles y los números, ello es debido a que aquí las cosas no se han hecho bien y que el déficit de infraestructuras a desmotivado a inversores que querían instalarse en esta comunidad y lo han descartado ante el triste panorama: carreteras colapsadas, falta de conexiones transoceánicas, etc.

Si queremos que Catalunya sea un motor económico en España, para que pueda seguir siendo solidaria con el resto de comunidades, habrá que hacer algo con rapidez. La globalización no espera, y si no subimos al carro de la innovación tecnológica, el futuro será incierto. Para ello es necesario poner al día nuestras infraestructuras, la formación y nuestras cabezas: Ya no existen las fábricas a la antigua usanza, el modelo fordista está en claro retroceso. Debemos ser capaces de fabricar bienes y productos con alto valor añadido y para ello hacen falta técnicos – que los tenemos- y trabajadores con formación adecuada para cubrir los puestos de trabajo.
Nunca hemos tenido una juventud con un nivel de preparación tan elevado como la actual y esta juventud a la que refiero, se podía imaginar que pasarían a engrosar el ejército de los llamados mileuristas. Estos jóvenes, cubren por un sueldo de miseria un puesto de trabajo que es fijo, sin horarios, sin derechos, sin futuro, sin perspectivas que hagan pensar que en un futuro cercano, verán recompensado su esfuerzo con un puesto fijo y remunerado adecuadamente.

El agravio fiscal que mantiene Catalunya con el Estado, debe resolverse por el bien de ambas partes. Lo contrario no haría más que alimentar el victimismo o lloriqueo nacionalista que con los datos en la mano, justifica el fondo pero no las formas.
Los años de gobierno nacionalista en Catalunya, no han contribuido a solucionar el problema, ya les iba bien la situación. Mientras hubiera agravio, ellos podían seguir alimentando su discurso.



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