martes, 24 de abril de 2007

ME GUSTA EL POLLO


Este comité de expertos, ha comido una gallina en pepitoria. En la sobremesa discuten del problema del campo


Me gusta el pollo. A mi hijo también le gusta el pollo. Las infinitas formas de cocinarlo, hacen que este sea un manjar para los paladares de quienes les gusta el pollo. Ya no es lo que era el pollo. Su crianza masificada en granjas lo ha convertido en una sub- carne, que está al alcance de los bolsillos más anémicos por su masiva producción y artificial engorde. Que nadie piense que me quejo de que los bolsillos anémicos puedan comprar pollo, de lo que me lamento, es de la mala calidad que tiene esta carne que antaño veíamos en nuestros platos sólo en fiestas muy señaladas.
Nada como un pollo que se ha criado en un gallinero, comiendo maíz y bichitos. Esto es un lujo que pronto ya no estará al alcance ni de los más pudientes. Pronto no quedarán gallineros ni campesinos que planten maíz ni mucho menos pollos que picoteen el grano o algún bichito despistado que asome la cabeza.

El cariz que está tomando lo de la vida en el campo, viviendo de lo que produce la tierra a poca distancia de donde lo van a consumir, hace que a este tipo de forma de producción le quede poco tiempo de vida. Lo lamentaremos. Comer unas verduras o unos animales que han cobrado vida y plenitud a poca distancia de donde uno vive, tiene un valor añadido, un valor incalculable.

Los pequeños productores sólo pueden salvarse y tener un nivel de ingresos que hagan rentable y viable sus explotaciones, si pueden ofrecer al consumidor sin intermediarios saqueadores unos productos de calidad que puedan combatir la producción en serie masificada y artificial de las grandes explotaciones tanto agrícolas como aviares.

Las malas condiciones de vida que supone el trabajo en el campo, ha provocado la masiva deserción de agricultores por falta de viabilidad y por que sus descendientes, en vista de la vida que han llevado sus padres, han preferido buscarse la vida en otras actividades.
No es fácil reconducir esta situación, pero el enfoque de cultivar y ofrecer productos diferenciados por su calidad junto al factor proximidad, pueden ser la solución para frenar el abandono de las tierras.
Otro factor que ha contribuido al abandono de las tierras de cultivo, ha sido la presión urbanística, que sin ningún tipo de freno ha barrido el territorio, sin que los poderes públicos pusieran coto a sus tropelías.

Los poderes públicos, han contribuido a crear este problema por su implicación en la fiebre especulativa sobre el territorio, ahora deben ser ellos quienes pongan las medidas para que se frene el abandono de los campos de cultivo y estos se mantengan como forma de vida rentable para quienes viven de ello.

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